Hace poco más de un mes tuve la oportunidad de hablar con varias de mis amigas que al igual que yo, viven en el exterior. Todas vivimos en diferentes lugares, Australia, Alemania, Reino Unido y Austria para ser exactos, llegamos en condiciones diferentes y con retos distintos. Sin embargo, las 5 tenemos algo en común. Somos migrantes y compartimos las mismas preocupaciones, sueños y metas.
Es increíble pensar que ya casi son 5 años desde que me fui de Colombia.
A inicios de 2019 tuve que empacar toda una vida en un par de maletas para venir al otro lado del mundo, sin trabajo, sin proyectos y con el inglés oxidado; pero con la idea de tener un nuevo comienzo, de conocer y explorar un mundo que no conocía. Ustedes se preguntarán, o bueno tal vez no, ¿cómo es que te vas al otro lado del planeta a buscar algo que podrías encontrar a la vuelta de la esquina?
La respuesta, no la tengo. Son cosas que pasan y son oportunidades que se presentan y sin mucho pensarlo se toman.
¿Ha valido la pena?… de eso les quiero hablar.
¿Qué nos motiva a salir de nuestros países?
La respuesta es muy personal, ya que todos tenemos motivaciones y necesidades distintas. Al hablar de mi situación, solo puedo decirles que desde muy joven siempre quise vivir en el exterior. Para apreciar diferentes culturas, conocer otros lugares y tener la experiencia de vivir en otro país diferente al mío.
Otras personas tienen diferentes motivaciones, puede ser en búsqueda de un mejor futuro laboral, detrás del amor de su vida, de su familia cercana, algunos para explorar el planeta y otros por obligación. Lo que tenemos todos en común son las ganas de salir adelante y conseguir nuestras metas.
Salir del país es tan lindo como se ve en Instagram.
No. Fin.
El contenido que vemos en Instagram (para los que somos activos en esta red social) es curado. Los amigos y familia que tenemos en esas redes solo ven los momentos “felices”, cuando conocemos un lugar nuevo, una cena especial, un concierto o lo que sea que se comparta, pero no significa que vivamos así el 100% de nuestro día.
Durante el día, al igual que todo el mundo en Colombia, en China, en Australia o en Reino Unido, debemos levantarnos a buscar el pan de cada día. Hay que trabajar y/o estudiar para poder subir esas fotos a Instagram. Detrás de las fotos con filtros, hay muchas horas de trabajo, de ahorrar por aquí de ahorrar por allá.
Puede que esta no sea la realidad de todos, pero si de la gran mayoría de migrantes.
¡Estoy ganando en dólares/euros/libras! ¡Soy millonario!
Bueno, si conviertes el dinero que ganas a la moneda que sea en latinoamerica, si puede ser una gran cantidad.
Sin embargo, convierte a esa misma moneda lo que gastas en transporte, alimentación y vivienda. Ahí es cuando uno se da cuenta que así como se gasta como se gana. Y si bien los países de “primer mundo” tienen salarios más justos y que la plata se ve, no quiere decir que los que vivimos fuera del país somos millonarios y podemos tirar la casa por la ventana. ¡Ojalá!
Salir del país es encontrarte contigo mismo
A veces esto es lo más duro de salir del país.
Es darte cuenta que estas en otra cultura, que hay otras normas. Lo que consideras normal en tu país y que das por sentado, tal vez no lo sea en otras culturas.
El clima es distinto, las estaciones son una sorpresa para los que vivimos en el trópico. Ser conscientes que hay que tener ropa para diferentes temporadas del año, es un concepto que uno solo ve en las películas, hasta que lo vive. Por lo tanto, tanto como la vegetación y los frutos que se dan son distintos a los que vemos en nuestros países.
La música, las costumbres y la historia de los países a los que migramos son distintas de los lugares que venimos. Y en verdad no es fácil comprender lo complicado que es adaptarse, pero como decía mi abuelita: la procesión va por dentro.
Todas estas experiencias te hacen cuestionar quien eres, qué es lo que te gusta y qué es lo que no te gusta. Cómo ves el mundo y en perspectiva, puedes criticar algunos aspectos de tu país, pero así mismo valoras esas cosas que estando allí, dabas por sentadas.
Hacer amigos no es sencillo al salir del país.
Bien sabemos que a medida que vamos creciendo, la habilidad de hacer amigos declina. Sumemosle que un día decides salir del país donde te costo tanto trabajo hacer amigos, solo para hacer todo de nuevo. Y es que llegar a nueva cultura, conocer y encontrar un grupo con quien encajes, no es tarea sencilla.
En ocasiones encontrar amigos de tu mismo país o cultura es más sencillo. Al abrirse a la posibilidad de conocer nuevas culturas (no necesariamente estar con locales) si no con personas de otros países, nos permite aprender que todos tenemos una perspectiva distinta de la vida, pero que a pesar de esto, lo que tenemos en común nos une más que las diferencias.
Tengo la fortuna de conocer y llamar amigos a personas de Indonesia, Filipinas, Nepal, Corea del Sur, Estados Unidos, Hong Kong, Vietnam y Bélgica, a parte de los latinos y colombianos. Es increíble lo que tenemos que aprender los unos de los otros.
Cultivar estas amistades toma tiempo; y con lo abrumador que es mudarse a otro país y adaptarse hay que agregar que muchas de estas amistades “internacionales” están de manera temporal. Decirles adiós a los amigos, es más duro de lo que parece ser. Ellos a la larga se convierten en tu familia al salir del país.
Salir del país es una decisión difícil.
Es dejar tu zona de confort. No solo en cuestión de idioma, para los que se van a un país que no habla español, porque bien sabemos que todos los países de habla hispana tienen diferentes expresiones y slang propios, lo cual hace que sea casi una lengua nueva que aprender.
Salir del país es una decisión que debes tomar sabiendo que estas poniendo todo lo que has logrado hasta ahora en tu vida, en riesgo.
En riesgo a que te enamores de tu destino o de descubrir que no hay lugar como tu lugar de origen. En ambas situaciones, vas a aprender un montón sobre lo que quieres en el aspecto profesional, amoroso y económico. Y algo muy importante, que muchos no dicen y es que debes estar orgulloso de la decisión que tomes, porque menos mal, esto no es un test, y no hay respuesta incorrecta.
Del otro lado de la pantalla todo se ve perfecto, salir del país parece la mejor opción porque tu amigo, tu primo o el amigo de tu amigo lo hizo y ahora esta ganando mucho dinero. Pero no siempre es lo mejor para tus sueños y metas. Y el costo (no siempre económico) es muy alto.
¡Entonces mejor nos quedamos!
Si les soy honesta, salir del país ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Obvio me ha dado duro cambiar de idioma, de huso horario, de comida, estar lejos de mis papás, de mis amigos, y puedo continuar… pero me he encontrado a mi misma, lo que me gusta hacer, lo que detesto, lo que anhelo y mucho más que no puedo expresar.
Creo que nunca tendré las suficientes palabras para agradecerle a Australia la oportunidad de saber que soy más que un título profesional, que mis hobbies hacen parte de mi personalidad y que soy yo la que tiene las riendas de mi vida, no el contexto en el que me encuentre.
Tal vez salir del país sea temporal, y que en mi caso va para 5 años y contando, para unos son 6 meses y para otros toda una vida, y para otros, no es necesario para enfrentarse a estas situaciones. Cómo les dije, no hay respuesta correcta o incorrecta.
En conclusión: toma la mejor decisión para tu futuro.
Al final de mis conversaciones con mis amigas de Colombia, que tocaban estos y más puntos mientras nos dedicábamos a doblar ropa mientras escuchabamos músical metal de un grupo de Mongolia (cosas memorables y esa). Todas llegamos a la misma conclusión, en nuestros casos migramos en búsqueda de explorar nuestras carreras, de conocer el mundo y vivir otras culturas.
Y a pesar de los retos que nos ha supuesto, somos felices en nuestros países de acogida, hemos cultivado nuestra vida laboral (sea en nuestro campo de estudio o en uno distinto), hemos hecho amigos que se convierten en la familia lejana y, ante todo, hemos conocido más de nosotras mismas sin perder nuestra esencia.
Salir del país, en nuestro caso, solo nos ha llevado a ser más fuertes y a tener resiliencia ante las situaciones que enfrentamos.
No es una experiencia para todos, pero que sin duda los que nos atrevemos a hacerlo (por la razón que sea), estamos agradecidos y contentos de haber tenido la oportunidad de explorar este vasto mundo que habitamos.
Gracias a Vivian, Camila, July y Sandra por inspirarme día a día y recibirme en sus países de acogida. ¡Las quiero chicas!
Aunque si quieren razones para vivir en el exterior, aquí les dejo un post sobre las 7 razones para vivir fuera del país.
A los que han salido del país, ¿qué es lo más duro que les ha tocado vivir? Los leo en los comentarios.