La noche me encanta, desde pequeña he encontrado fascinante la idea de mirar al cielo y ver tantos puntitos luminosos. A medida que fui creciendo, entendí que algunos de ellos eran planetas, estrellas y otros cuerpos que hacen parte del universo y están a millones de kilómetros de nuestro planeta.
Me obsesioné con aprenderme los nombres de los planetas de nuestro sistema solar, su composición y posición en el universo.
La lectura me abrió las puertas del universo:
En mi biblioteca personal que dejé en Bogotá, tengo una colección de libros dedicados a la astronomía, estos son parte de mi colección más antigua y apreciada.
Fue gracias a ellos, que mi curiosidad encontró respuestas.
Cada año en navidad, en mis cartas al Niño Dios rogaba por tener un telescopio para poder observar las estrellas y planetas que tanto había estudiado. Un día, por fin lo obtuve y fui la niña más feliz del planeta.
Uno de mis primos, quién también ama la astronomía, se sentó conmigo a enseñarme como apuntar a la luna y como jugar con las ópticas de mi pequeño telescopio.
¡Júpiter Everywhere!
Mi mamá siempre recalca como desde pequeña reconocía los planetas e influenciada por la astrología (en los 90s la astrología era un hit gracias a Walter Mercado y su equivalente colombiano, el profesor Salomón o Mauricio Puerta), sabía cual era la constelación alineada con mi signo zodiacal (sagitario) y mi planeta regente (Júpiter).
No pasó mucho tiempo antes de darme cuenta que el lado astrológico no tenía mucha tela de donde cortar, como el lado astronómico. Así que con la información obtenida a partir del señor Mercado, hice mis investigaciones sobre Júpiter y su conexión conmigo.
Descubrí sus propiedades físicas y como esto lo hace el planeta con más satélites orbitando a su alrededor, aunque los 4 mayores y descubiertos por el gran Galileo Galilei son: Ío, Europa, Ganimedes y Calisto.
Júpiter se convirtió en mi planeta favorito, sí, soy tan ñoña que tengo planeta favorito.
En el momento en que entendí (en términos bastante poco científicos) la composición de la gran mancha roja que se ubica en el centro del gigante de gas, su complejidad, su armonía y como cada vez se hace más grande, me enamoró aún más.
La obsesión investigación creció
Luego, me pregunté sobre el origen del nombre Júpiter, y llegué a la mitología romana que a su vez está influenciada por la griega. El equivalente de Júpiter es Zeus, el Dios del trueno, el comandante en el Olimpo, el líder.
Entre mis tantos recuerdos, hubo unas vacaciones en donde viajamos con mis papás por carretera a la costa caribe a visitar a mi familia. El de por si eterno viaje, se me hizo más largo a mi corta edad. Algo inolvidable que sucedió esa noche, fue que, a través de la ventana de mi asiento de bus, pude admirar la inmensidad del cielo, y la cantidad de astros que se podían apreciar, me sorprendió y me sobrecogió de tal manera, que tantos años después, la imagen todavía sigue viva en mi memoria.
El pasado se volvió presente:
Esa sensación regresó la semana pasada, cuando mientras hacíamos un roadtrip en el norte de Nueva Gales del Sur o New South Wales, Australia. Nos detuvimos a estirar las piernas y tomar aire, al bajarme del carro no pude evitar mirar al cielo, para mi sorpresa, estaba completamente estrellado. Lo que me dejó sin palabras fue observar, por primera vez que yo sea consciente, el rastro de la Vía Láctea.
Gracias a esa imagen que miré anonadada por varios minutos, mis memorias de la niñez volvieron una vez más. Sentí que todas las cosas que había leído y aprendido acerca del universo desde los 4 o 5 años, por fin encontraban una imagen que las representaba.
En alguno de los libros que leí, dice como los indígenas nombraron nuestra galaxia de esta manera ya que, al mirar al firmamento, el cúmulo de estrellas parecía leche regada.
El tiempo se congelo en ese instante, yo en pleno 2020 en medio de una pandemia, en una carretera de un país tan lejano estaba mirando hacía el mismo lugar en donde científicos, filósofos y aficionados han buscado las respuestas a miles de preguntas, siglos de historias que esas pequeñas partículas han visto suceder. Milenios de aventuras en las que ellas, solo han cambiado un poco de posición con respecto a nosotros.
Por alcanzarlas hemos avanzado en tecnología. Quién sabe si estemos preparados para recibirlas.
En ese momento que parecía durar una eternidad y un instante, el tiempo se ampliaba y contraía como el universo.
Contemplé el cielo una vez más, saqué mi cámara y sin ningún tipo de preparación empecé a capturar lo que estaba viendo.
Obviamente, no tenía ni los lentes ni el equipo necesario para sacar una buena fotografía. Sin embargo, quedé satisfecha.
Retomando el tema del planeta más grande de nuestro sistema solar:
Tanta es mi admiración por Júpiter y su grandeza, que no pude evitar dejar marcado en mi piel su símbolo.
En mi pequeño libro de astrología encontré está definición: «Este glifo, el creciente, representa el alma, se encuentra situado encima de la cruz de la materia.
Júpiter es generoso, optimista y jovial. Representa la suerte, pero también el riesgo. Júpiter simboliza la fe en la vida y el mostrarse abierto ante las oportunidades, la capacidad para la aventura y la exploración, así como el desarrollo del conocimiento hasta alcanzar la sabiduría».
Hay pocas cosas que tienen tanto simbolismo y significado para nosotros, objetos y momentos que sentimos como nuestros.
Al final, somos parte del cosmos:
Para mi, uno de ellos es el cosmos. Pensar como todos somos parte de él y parafraseando lo dicho por el legendario Carl Sagan: Estamos hechos de polvo de estrellas.
Somos parte del universo, cada molécula que nos conforma, nos conecta con el sistema solar, la galaxia, el universo en su totalidad e inmensidad.
Ahora, mientras escribía este post, añoro mis libros de la infancia, aquellos que todavía recuerdo con nostalgia. Agradezco la oportunidad de tenerlos y espero pronto volverlos a estudiar, a investigar y seguir capturando fotografías que acompañen esos textos que desde siempre me han trasnochado. Ojalá que cada vez de manera más profesional y con los equipos adecuados.
¡Qué maravilloso, intrincado e infinito es el universo en el que vivimos!¡Qué grandioso es poder apreciarlo!